Está claro que uno de los momentos más maravilloso e inolvidable para la mayoría de las mujeres, es la llegada del bebé. Es el feliz final de meses de espera que culmina con una hermosa criatura en los brazos de la madre. Es, en definitiva, un momento en verdad mágico que se recordará con amor toda la vida.

Sin embargo, hay ocasiones en la que las madres pueden llegar a experimentar algo por completo diferente, como sensaciones negativas o de tristeza durante los primeros días siguientes al parto, llegando hasta situaciones mucho más graves que pueden poner en peligro la estabilidad emocional de la madre. Es la llamada depresión post parto.

Atención con los detalles.

La depresión post parto no conoce límites como la edad, grupo social de la madre, origen étnico, situación económica, etc. De hecho, entre el 10 al 15 por ciento de quienes dan a luz pueden presentar este desorden que puede afectar las actividades del día al día, el cuidado a sí mismas o a terceros. No tiene una causa tangible ni ocurre por algo que la madre haga o deje de hacer.

Cuando el cuerpo entra en caos.

Cuando una mujer está embarazada, su cerebro comienza a generar hormonas para irla preparando en función al bebé que lleva en el vientre. Una vez se acerca el momento de dar a luz, las hormonas pueden cambiar, preparando su cuerpo para el momento del parto. Cuando el bebé nace, el nivel de estas hormonas bajan con rapidez, provocando un desbalance químico en el cerebro lo cual altera el estado de ánimo.

Esta circunstancia, de por sí perjudicial para la mujer, se agrava cuando la ahora madre no descansa lo suficiente, impidiendo el periodo de reposo para que su cerebro recobre el equilibrio químico y hormonal, llevándola a sentirse vacía, abrumada, ansiosa y malhumorada. Tales estados de ánimo pueden llegar a provocar dolores de cabeza, dolores musculares y problemas estomacales. Con tantas reacciones negativas no es de extrañarse que la madre se sienta alejada de su hijo, de sus familiares y que dude de su propia capacidad para atender a la criatura.

Es muy importante diferenciar la depresión postparto de la tristeza postparto, ya que esta segunda es mucho más común que la primera llegando a presentarse hasta en un 80% de las madres. Además es mucho más leve y desaparece luego de una o dos semanas.

Cómo identificar la depresión postparto.

Existen algunos síntomas que pueden revelar la depresión postparto en una madre y que debemos tomar en consideración por el bien de la madre y del bebé.

  • La madre no siente conexión con el bebé. Lo ve como alguien extraño y no se siente capaz de cuidarlo.
  • Teme quedarse sola con su bebé.
  • Se siente aislada de las personas que le rodean.
  • Ya no le emocionan las cosas que antes le hacían feliz.
  • La tristeza es continua y parece que no puede salir de ella.
  • Llora sin causa aparente y de manera desconsolada.
  • Presenta ansiedad la mayor parte del tiempo.
  • Siente que sus pensamientos pasan demasiado rápido sin que los pueda detener o controlar.
  • Presenta un fuerte sentimiento de culpa sin razón aparente.
  • Puede pasar de comer en exceso a no comer en absoluto, lo que afecta su salud.
  • También puede suceder que duerma muy poco o demasiado.
  • Siente que se equivocó al querer ser madre.
  • Ha tenido pensamientos de lastimarse ella misma o lastimar al bebé.

Qué hacer si se presentan una gran cantidad de síntomas relacionados con la depresión postparto.

Si al cabo de un mes persisten la mayoría de los síntomas anteriores, es el momento de pasar al siguiente paso: buscar asesoría psicológica. Es posible que la madre se sienta avergonzada de dar este paso, pero tratándose de una compleja reacción psicológica es importante la atención de un especialista para que la madre puede centrarse y pasar de ser un potencial peligro para su hijo, su familia y para ella misma, a convertirse en la madre que soñaba ser cuando se encontraba embarazada. La depresión postparto no es un estado que se pueda tomar a la ligera, ya que sus consecuencias pueden ser en extremo graves.

Con la atención adecuada, esta patología podrá resolverse en los siguientes tres a seis meses, liberando a la madre de una presión emocional negativa para que pueda dedicar todas sus energías positivas para el cuidado de su hijo y el fortalecimiento de su propia vida personal.

Conclusión.

Toda madre, así como su pareja y su entorno de amigos y familiares deben comprender que tener un hijo no es tejer y cantar. Durante esta etapa la mujer se encuentra bajo una extraordinaria presión social, familiar y hasta financiera. La llegada de un nuevo miembro es algo que puede trastocar hasta el más minucioso plan de vida.

Es por esto que todos, sin excepción, tienen una responsabilidad al momento de apoyar a la madre, lo que incluye su estado de ánimo. Es posible que ella no sea consciente de lo que le esté sucediendo, siendo este el momento perfecto para obtener el apoyo de quienes la quieren y desean lo mejor.

Trabajando en equipo la madre podrá transitar de un embarazo feliz a una etapa de madre sana, reparadora y maravillosa.