Niños groseros
Estoy segura de que todos hemos conocido a padres que le festejan las palabrotas o respuestas de sus hijos. Se ríen de la llamada “gracia” e incluso les aúpan a repetirlas o, peor aún, a incrementarlas bajo el erróneo argumento de que “son niños”. Como si ser niño justificara una mala actitud.
La verdad es que esto es la fórmula perfecta para un desastre, no tanto para sus padres, sino para los pequeños. Los padres olvidan que el niño de tres años que utiliza malas palabras será el joven de quince años que utilizará esa misma actitud contra sus padres. Una actitud encarecidamente por los años.
Y lo peor, es que el joven ni siquiera se dará cuenta de lo que hace ya, que tal actitud es la normal para él. Sus padres le enseñaron eso desde que era pequeño ¿por qué cambiar ahora?
Las malas palabras y los niños.
Aclaremos un punto importante al hablar de los niños groseros: ellos son el reflejo del hogar en el que viven. Un hogar en armonía, con comunicación entre padres e hijos difícilmente tendrá que lidiar con un niño grosero.
Cuando un niño pequeño es grosero, además de serlo porque a los adultos les parece gracioso, también pueden llegar a serlo porque no tienen otra manera de expresarse. Así que recurren a aquello que ve que funciona en los adultos aunque no están conscientes de lo que las palabrotas expresan.
Sin embargo, los niños mayores de seis años sí son conscientes de lo que dicen. Conocen el poder de la ofensa y la utilizan cuando, por ejemplo, los padres les indican que deben dejar de jugar y que arreglan la habitación. ¿Cómo enfrentar este tipo de situaciones?
Modelos a seguir.
Para reducir al mínimo la posibilidad de este tipo de situaciones y que su hijo forme parte de Niños groseros, hay que recordar la importancia de los “modelos a seguir”. Estos son, los padres. Sí nosotros como padres tenemos una actitud grosera con nuestra pareja, nuestros hijos y con los demás ¿Cómo podemos esperar que los niños sean descendientes? Ellos no se guían por lo que decimos, sino por lo que hacemos. De nada sirve hablarles de respeto si este no es un elemento constante en la vida familiar.
Por esto es tan importante corregir nuestro comportamiento en beneficio de nuestros hijos, convirtiéndonos en un buen ejemplo a seguir. Los adultos podemos -y debemos- controlar nuestras situaciones de enfado para evitar daños a terceros. El hecho de demostrar que como padres podemos mantenernos en calma en situaciones tensas, será un factor de gran importancia para los niños quienes, por imitación, tenderán a aprender este tipo de comportamiento positivo.
Además, esto nos da autoridad moral para guiar al pequeño sobre cómo expresar su enfado y frustración sin necesidad de ofender a otras personas.
Ahora bien, a veces el niño suelta una palabrota que aprendió en la escuela, o en casa de un amigo o, incluso, por la televisión. No se trata de una broma: para él es una manera de hacerse oír en lo que parece el lenguaje de los adultos. ¿Cómo actuar en este caso?
Consejos para actuar ante los Niños groseros.
Ante una grosería por parte de un pequeño, lo que algunos psicólogos aconsejan es ignorarla. La razón es sencilla. Un niño actúa en función de la atención que los adultos ponen en sus actos. Si algo le resulta para ser el centro de atención, lo repetirán. Algo que también hacen muchos adultos.
Si el niño no encuentra reacción en su entorno ante su grosería, la desechará, ya que nadie se fija en él. Sin embargo lo de ignorarla es relativo, ya que cuando la presión baje, es conveniente hablar con el niño. ¡Muchos adultos no se imaginan lo receptivos que puede ser un niño cuando se le habla con seriedad y respeto!
Un ejemplo de cómo actuar con él es decirle algo como: “¿Te diste cuenta de que no actuaste bien? Entiendo que estés molesto, pero los demás no tienen la culpa. Si te expresas sin atacar a los demás, verás que todo saldrá mejor”.
Conclusiones.
Los niños groseros no vienen de gratis, esta es una verdad indiscutible. Ellos, para ser groseros, deben haber visto a alguien serlo también. Y si ese alguien es un miembro importante de la familia como papá o mamá, ¿qué hay de malo en decir groserías e insultar a las personas? Pero aún ¿por qué dejar de hacerlo si papi y mami se divierten mientras más grosero es el niño?
Entendamos algo: no importa qué edad tengan nuestros hijos, a la larga, ser grosero se convertirá en una actitud que le acabará acarreando muchos problemas en todos los campos de su vida. Si, en TODOS.
En la escuela, en la universidad, en los negocios, en las relaciones personales y en las familiares, las personas groseras siempre dejan resentimiento obligándolos a acercarse a personas como ellos lo que reforzará una actitud tóxica.
Por esto, cuando nuestros hijos digan una grosería, no seamos tan básicos para verlo como una broma. Ese puede ser el inicio de una actitud negativa y es nuestro deber como padres evitarlo, guiándolos a un estilo de vida más respetuoso, tranquilo y exitoso.
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